Sosan.
Constantemente estamos enjuiciando la realidad. Al enjuiciar la realidad nos separamos de ella, entonces aquello que vemos no es más que una caricatura de nosotros mismos, una caricatura al pegarle una valorización. Por ejemplo: un paisaje me puede parecer bello, pero el paisaje simplemente esta ahí, no queriendo parecer bello, que me parezca hermoso es algo a lo que yo llegué a conclusión según ciertos parámetros, ni buenos ni malos.
Tú puedes decir: "no me gustan los gatos", pero ¿qué es lo que te ha hecho el gato? eso es sólo una proyección de tu ego, proyectas algo en el gato que nada más es tu responsabilidad. Las cosas pasan, están y punto. Cuando impones un parámetro de gustos actúas como un juez, y la verdad es que no te corresponde ser un juez; un juez no es feliz.
Tampoco se trata de actuar con indiferencia, es más bien actuar con naturalidad y de manera liviana. Observa a los animales: si algo les agradan están ahí, si no simplemente se van, y no hacen una elegía de ello. Generalmente el ser humano, en su afán de enjuiciarlo todo, los golpes le duelen dos veces: cuando se golpea y cuando se lamenta haberse golpeado. Eso es vivir en constante ilusión mental.
¿Cómo nos liberamos de la ilusión mental?
No existe una receta para liberarse de las trampas de la mente. Los que lo han logrado lo han hecho desde su particular experiencia, única e irrepetible para cada persona, no te la pueden imponer, sería absurdo. Puedes tomarlos como ejemplos, pero si no existe de ti un descubrimiento de nuevos caminos, una comprensión que te abriera puertas, no sería completamente tu experiencia.
Cuando Sosan dice que "La lucha entre lo que a uno le gusta y lo que disgusta es la enfermedad de la mente", no te puede decir cómo superarlo; ese es TU trabajo, lo único que puedes hacer es comprenderlo. Comprender ayuda a diluir la enfermedad. No hay medicina, porque la medicina puede ser adictiva.
Dicotomía Querer-No Querer.
Curiosamente, cuando dices "quiero liberarme de la mente", inmediatamente caes en un juego mental (querer-no querer, una dicotomía). La liberación va más allá de eso; no es que tú la fuerces, lo que pasa es que permites que ocurra, pues no estas en guerra con la realidad.
Así que, lo único que puedo decir al respecto es una paradoja: para liberarte de la mente no intentes liberarte de ella; préstale atención, atención, atención, y confía en tu sabiduría interior.
Un abrazo.
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